«Aparte de otros planes, las convivencias siempre han existido en los clubes juveniles. Pero… ¿por qué es bueno que nuestros hijos vayan a las convivencias? En primer lugar porque en ellas encontrarán un ambiente sano y divertido, lejano a otros ambientes quizás menos buenos, o de planes en los que prima la televisión, la videoconsola o incluso el sofá. ¡Cuántas veces habremos escuchado en vacaciones de labios de nuestros hijos un lacónico “me aburro”! Pero también, en una convivencia los chavales se sueltan, son más ellos, lo que deja que los preceptores del club les conozcan más y les puedan ayudar de una forma más eficaz. En una convivencia se ven mejor los problemas del chico: si deja la ropa en el armario como si fuese aquello el cubo de la basura, si tienen que pasar varios minutos hasta que se levante por la mañana, si obedece o no a la primera, si se lleva bien de verdad con sus amigos… Y por último, y esto es casi experiencia universal, nuestros h ijos vuelven de ellas con una gran sonrisa y propósitos renovados para portarse mejor.»
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