Portal de La Cuanarda
HUGO. Cuentan los viejos del lugar que cerca de Colungo, en el corazón de Guara, vivía La Cunarda. Hay muchas versiones, pero todas coinciden en que los que han osado molestarla alguna vez están condenados a recibir su llamada telefónica todas las semanas… No digo más.
Este sábado por la mañana, unos cuantos valientes fuimos a visitar a La Cunarda en su Portal con el cometido de acabar de una vez con la maldición de las llamaditas de los viernes. Aparcamos El Poderoso en Colungo y allí la dirección nos la indicó el abuelo de las cañas. Desde ese momento el camino trascurrió por caminos de cabras y bosques bajos de clima “somontánico”. El sol calentaba nuestras cocorotas. Alberto, a pesar de sus zapatillas, iba a la vanguardia, abriendo brecha.
Nos llevó a comer al lugar más resguardado del viento. Tanto que cuando nos dimos cuenta de que el sol se había ido ya estaba cayendo una nevada impresionante. Sí, lo has leído bien: nieve! Se nos atragantó un poco el postre. Nos pusimos de nuevo en pie y, sin poder negociar nada con La Cunarda, nos volvimos hacia Colungo. Andrés, de intendencia, se encargó de llevar las palomitas y la bandera. Diego nos puso al día de sus periplos al otro lado del Pirineo. Carmelo se encargó de marcar el ritmo a la vuelta. Y yo.., yo hice fotos. ¡Cunarda, esto no quedará así! Volveremos.
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