Salimos como estaba previsto, el viernes a las 6.30 de la tarde. Después de recoger a Marcos en Siétamo cogimos la autovía en dirección a Barcelona. Llegamos a casa de Lucas y cenamos una buena tortilla de patatas que había preparado su madre. Después de cenar, nos fuimos al bosque que linda con la casa. La idea era atravesar el bosque, y llegar a un campo que en el centro se encuentra el árbol de la niña muerta (no os voy a contar la historia del árbol para no asustaros). Sin embargo, al entrar en el bosque, ¡Miki y Marcos se pararon de golpe! Unos ojos amarillos estaban mirándolos fijamente desde el borde del camino. Rápidamente alumbraron hacia el lugar, y salió disparado una sombra oscura atravesándo el camino y dirigiéndose a la espesura. Lucas no vió nada. Así que le costó creer lo que los chicos decían. Se acercaron un poco más, y pudieron comprobar que se trataba de un simple perro negro que empezó al momento a ladrarles. Como ya no había ganas de pasar por ese camino, dieron un rodeo para evitar el sitio (y el perro que tenía mala pinta). Llegaron sin problemas al árbol (bueno, con un poco de miedo). Ya de vuelta se encontraron una tela de araña justo encima de sus cabezas con una gorda y fea araña que los observaba dispuesta al momento a saltar sobre ellos. Una primera noche llena de emociones.
El sábado se levantaron temprano. Un buen desayuno y partido de frontón. Una vez cambiado, se fueron a Barcelona para asistir a Misa a Bonaigua. Después, cogieron el metro (toda una emoción para los chavales que era la primera vez que se subían a él) en dirección a la Ciutadella. Allí entraron en el zoo. Un sitio espectacular, lleno de animales de todo tipo. Los más divertidos: los monos. Una vez inspeccionada toda la fauna del lugar, y bien comidos (bocadillo de jamón con fuet!), alquilaron unas bicis para ver el puerto de Barcelona. Allí «fliparon» con el tamaño de los transatlánticos. Después de dejar las bicis y merendar, vuelta a casa para cenar y ver una buena peli «La conspiración del pánico«. El domingo por la mañana era día de playa. Fueron a Caldes de Estrac, donde disfrutaron de lo lindo chocando contra las olas, haciendo murallas, entrerrando a Marcos, y montando en los columpios que hay en la costa. Por la tarde ¡tocaba bautizo! Y no de ninguno de los chavales, sinó de una sobrina de Lucas: Irene. Fueron a la Iglesia Rodona (redonda) y después del bautizo, ¡merendola! con piñata y todo.
La vuelta se hizo corta gracias al sueño de pillaron todos (menos el conductor!). La verdad es que después de este ritmo de convi con tantos planes, ¡uno acaba agotado!
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